Un niño se despierta una mañana y decide irse de viaje.
Muy precavido, llena su ENORME mochila con TODO lo que puede necesitar: linterna, cuerda, mosquitera, jersey, papel higiénico (¿cómo no?) y un largo etcétera…
En su camino, descubre todo tipo de paisajes y se encuentra con todo tipo de personas.
Regala, intercambia o pierde todas sus pertenencias y regresa ligero y feliz a su casa.
Nada ha cambiado en su ciudad, pero él sí. Y bastará con unas semillas encontradas en el fondo de un bolsillo y ganas de contar su viaje para que todo, también, cambie a su alrededor.